Ante el reto de iniciar un proceso de modernización y tonificación de una ciudad, lo que comúnmente se denominada Smart City, es preciso, no pensar en el espacio urbano como un campo de experimentación de nuevas tecnologías, sino analizar previamente el territorio, quienes lo habitan y quienes lo gestionan.
En cualquier caso, una ciudad es un ser vivo compuesto por un enorme conglomerado de factores y elementos que inciden en su funcionamiento, y hay que tenerlos en cuenta.
La realidad político-social en cuanto a la prestación de servicios, procesos legislativos y competencias administrativas, hay que tenerla en cuenta y enfrentarla con los Recursos de que se dispone en referencia al valor del espacio, los recursos económicos y su capacidad de integrarse en el medio natural; como hay que tener en cuenta por lo mismo, el valor del Conocimiento y del valor añadido de que dispone la ciudad de forma intrínseca que se enfrentará a un diseño de una realidad subyacente de las necesidades sociales, y el cumplimiento de los cuatro conceptos de sostenibilidad.