En los inicios de la actividad profesional, cuando se incorpora uno al mundo profesional, se da inicio a la carrera de llegar a ser “lo más” en el menor tiempo … Alcanzar esa meta es sinónimo de ganar dinero y ganar prestigio.
Conforme loas años avanzan, la vida va enseñando que lo que realmente aporta la felicidad no es el tener mucho ni el competir por lo mejor, lo importante en la vida es disfrutar con lo que tienes y no competir con el entorno, sino competir contigo mismo. Competir en mejorarse cada día y en demostrarse que el rendimiento y la productividad que aportas te satisfacen … y en ese caso, satisfacerán a otros.
El reconocimiento que a nivel profesional o social se tienen de uno, ya no depende de lo que uno es, sino de lo que uno aporta en el día a día.
El reconocimiento deja de ser la acumulación de cargos y empresas por las que se ha pasado y aparecen en el curriculum, el reconocimiento se consigue día a día con lo que se demuestre en la actividad diaria.
Todo cambia continuamente, pero la vida sigue constante (lo dice la filosofía TAO y lo dijo Heráclito); por lo que hay que evitar caer en la complacencia de tener “un buen curriculum” y “echarte a dormir”; la capacidad se debe demostrar todos los días con lo que se es capaz de aportar y menos de exigir como una forma de trasladar la responsabilidad a otros. Ya no es suficiente con alcanzar la meta que se busca, porque nada dura en absoluto, no dura un empleo, no duran los matrimonios o las parejas en general, a lo largo de la vida hasta la ideología política puede cambiar, … hasta incluso se cambia de religión o de ver la vida de forma distinta, … Por esto ya no basta con conseguir el ser Directivo, o Abogado, o Fontanero, o Vendedor, … el reconocimiento ya no depende de lo que eres, sino de lo que aportas, de tu rendimiento.
Estamos sujetos a una evaluación continuada por los que nos rodean en el ámbito social o profesional. Antes, el status, la riqueza y los privilegios eran el resultado de los logros y méritos que cada uno conseguía en su entorno de competencia; ahora se hace necesario dar más valor a lo puramente personal y espiritual que a lo material y social y eso, nos enriquecerá no solo en la parte humana, sino en la afectiva, social … y con ello en la profesional.