España no es «tan corrupta».

Vivimos en una continua contradicción; la lucha continuada del optimismo y el pesimismo ante la vida social, económica y política; son muchas las ocasiones en las que caemos en pensar en que tiempos pasados fueron mejores… , para unos con una medida en el tiempo y para otros con otro corte en la historia en diferente etapa. No hay que dramatizar tanto la situación actual, ni idealizar tampoco tiempos pasados. La democracia en la que estamos establecidos, consiste en “vivir en desacuerdo”, pero con una cultura de diálogo establecida; solo la falta de ese diálogo nos muestra el lado negativo, la pérdida de confianza en nuestros gestores políticos.
Los políticos en España han perdido el sentimiento de dónde está el interés nacional; los partidos pesan tanto ante sus miembros, que las iniciativas de estos quedan ocultas; las iniciativas y voluntades de la persona (el político), quedan eclipsadas por los intereses partidistas, por lo que pierden el factor humano, imprescindible para hacer “política social”. Los partidos viven en la burbuja de su interés particular partidista, lejos del interés nacional, …. pero las burbujas explotan y esto puede pasar en nuestro país, … o está empezando a pasar con iniciativas sociales como el 15M que se pueden reproducir de nuevo pero aumentadas, ante próximos procesos electorales.
Por otro lado nos hacemos eco sin medida racional, de las noticias de corrupción política en los medios de comunicación, pero si paramos a analizar racionalmente dichas noticias y acontecimientos y si además abrimos nuestra observación a otros entornos democráticos, llegaremos a la conclusión de que los políticos españoles no son gravemente corruptos.
España no es un país tan corrupto; la corrupción que ahora se destapa es la surgida en paralelo al boom económico basado en la construcción. En esos momentos todos perdieron el rumbo embriagados por la ambición y por la complacencia, tanto políticos como el resto de los que manejaban cierto poder o cierta libertad de manejo de dinero. Si lo pensamos bien, todos hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, unos con más ética que otros, unos con más posibilidades de enriquecimiento desmedido que otros. Los escarmientos que ahora vivimos van a provocar, que ahora que empieza un momento de crecimiento, la ética vuelva a su sitio. Y la ética lleva a la sostenibilidad; sin ética, se cae el sistema. Vamos hacia un mundo más ético, más solidario. Vemos diariamente cómo aumenta la contribución de la sociedad en iniciativas altruistas y sociales, vemos cómo la gente responde a las llamadas de ayuda ante desastres en otras partes del mundo o ante necesidades de ciertos colectivos; o bien vemos como se llevan a cabo incalculable número de iniciativas medioambientales para conservar la naturaleza.

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