Para su tratamiento, aceptación e implementación, se requiere llevar a cabo previamente un análisis global para una posterior actuación local.
Toda verdadera eficiencia económica está sujeta a una convincente planificación de la energía, de su fuente de origen, del equipamiento que la gestiona y de la optimización de su consumo.
La planificación ahorra a medio y largo plazo, tiempo, energía y dinero. Para llevar a cabo un proyecto basado en sostenibilidad, se hace obligado trabajar intensivo a pequeña escala y de forma sistémica a gran escala; solo en el caso de que se desarrollen estas acciones de concienciación y reordenación a escala más amplia a nivel geográfico, político y social; se podrán llevar a cabo acciones a pequeña escala que aporten credibilidad y resultados.
El objetivo para alcanzar la credibilidad en un proyecto de Sostenibilidad, pasa por realizar una intervención precisa que consiga implantar el concepto de que la energía consumida pueda ser igual o menor a la energía producida; solo en el caso de que esto se consiga (hecho hasta ahora nada sencillo en la mayoría de los espacios a construir), se alcanzaría el primer reto de la Sostenibilidad.
Este equilibrio se consigue, tanto reduciendo al mínimo la demanda energética, como optimizando y ordenando en el tiempo su consumo para realizar después la aportación necesaria a través de una fuente de energía renovable.
Este sistema puede suponer un incremento del coste inicial del proyecto pero permite un ahorro a largo plazo y un mayor respeto ambiental. El reto pasa a ser financiero y no tanto funcional; reto no obstante que se salvaría con otras metodologías de financiación de instalaciones y consumos.
Es inicio fundamental para alcanzar el objetivo, la necesidad de aplicar los principios de la arquitectura bioclimática en el proyecto, permitiéndose así conseguir una mejor captación de la energía y minimización de su dispersión. La correcta aplicación de estos no tan modernos algunos, principios de bioclimatismo, permitirían el poder reducir hasta en una tercera parte la demanda energética inicial del edificio.